Un automóvil necesita combustible para poner el motor en movimiento, grasas para suavizar el roce de algunas partes metálicas y refacciones para reemplazar las piezas que se van dañando.
A semejanza del automóvil, nuestro cuerpo necesita de ciertas sustancias, llamadas nutrientes, para obtener energía, para crecer y para garantizar el buen funcionamiento de las células.